07 junio 2007

DELIRIOUS

Llevábamos varios días escribiéndonos comentarios en el fotolog, creo que empezó él. Después de las típicas charlas coquetuelas por msn me dijo que le apetecía tomarse algo conmigo y le contesté que estaba libre y que sólo tenía que proponerme un plan. El plan fue ir al cine a ver Delirious y tomarnos algo antes.
Se llama E. En un principio me daba mucha pereza, es demasiado joven (cada vez más esto es un defecto) y estoy agotado de tener citas que o terminan en sexo de hola y adiós o me descubren aspectos que hacen que el otro se me vuelva poco interesante y por lo tanto descartable. Pero mi curiosidad sigue superando a todo lo demás, así que acudí al lugar indicado a la hora indicada.
Se ha convertido en una norma que la gente mienta sobre su estatura, siempre se aumentan de 3 a 5 cm, en este caso no fue menos. Me encontré a un niño bastante mono, muy delgado, de origen y estética catalana, que se movía nerviosamente, con un falso aire de suficiencia y al que le costaba enseñar una sonrisa. La taquilla estaba cerrada, así que nos fuimos a una terraza a tomarnos una coca cola y charlar. Mientras pagaba la cuenta, llegué a la conclusión de que me gustaba, pero en mi cabeza seguía pendiente aquello de su tierna edad.
Llegamos al cine, pagó las entradas, entramos en la sala y nos sentamos a la mitad. En estos casos el reposabrazos se convierte en un elemento que te puede despistar de la película fácilmente. Cada pequeño roce, cada sutil movimiento te hace pensar si es voluntario o no y no sabes muy bien si quedarte quieto, quitar el brazo o buscar un contacto más evidente.
Tom Dicillo es un director de cine muy peculiar. Sus películas no están dentro del circuito comercial de Hollywood y a la vez tampoco son lo suficientemente raras para ser consideradas independientes. Delirious es una sátira sobre el mundo de la fama, protagonizada por un paparazzi, Steve buscemi más estridente y sobervio que nunca, y un homeless, michael pitt al que te comerías con patatas. Una comedia ácida pero no dañina, divertida pero a la vez triste que muestra el patetismo del ser humano cuando se convierte en un quiero y no puedo capaz de justificar su soledad por conseguir ser algo para lo que no está destinado. Perdedores y ganadores y el cartón piedra del mundo deshumanizado de la fama en el que todos los que están dentro en el fondo sólo ansían un poco de autenticidad sin ser capaces de mostrarla.
A E no le gustó mucho, decía que era blanda y simple. A mi, no sé si por mi edad y porque últimamente he vivido con J situaciones muy parecidas a las del film, me encantó, hace algo muy complicado, mostrar sentimientos contradictorios muy comunes en todos nosotros sin esa carga de dramatismo forzado y pesimismo existencial que parece ser necesario últimamente para ser tomado en serio.
Al salir del cine E empezó a andar superrápido, yo le iba a proponer irnos a tomar algo pero no me dio tiempo y me dijo que tenía que irse a estudiar, así que andamos un rato y en un punto del camino nos despedimos con un beso y un me lo he pasado muy bien. Sinceramente me daba un poco igual haberle gustado o no, he llegado a un punto en el que la falta de espectativas me hace tomármelo todo con una tranquilidad que a veces hasta me da miedo. Caminando hacia casa quedé con un amigo que me había mandado un sms para salir esa noche a tomarnos una copa, ya postearé a dónde me llevó que no tiene desperdicio.
Cuando llegué a casa recibí un sms de E:
"Xa q si no me llams q no sea xq n tienes mi telfono... Este fin d smana si no coges el primer transprt q t lleve lejos d la ciudad y t aptce, m dices algo y asi ves como no solo vivo xa studiar o cnsumir cine! :)"
Conclusión: cada día me gusta más que la primera cita no acabe en sexo.

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12 abril 2007

SUJETOS

Superado el bache del otro día, en el que me regodee en mi mísera miseria, en mi suerte esquiva y en los inmensos defectos que inundan mi ser, me recupero tal cual y vuelvo a la carga. Lo bueno de ser un géminis de catálogo como yo (para más información pinchar aquí) es que las penas me duran lo justo, siento muy intensamente pero en poco tiempo, algo que me parece de lo más sano para seguir viviendo con un estudiado optimismo el día a día. La causa de mi desgracia de esta semana es que he creído descifrar que J tiene algo más que amistad con su compañero de vacaciones. Deduje estos hechos leyendo un par de comentarios en sus respectivos fotologs. Por primera vez vi la foto de mi enemigo, un dibujante alto, con aire de new bohemio, atractivo y espigado. Como mi historia con el pez gato está rodeada de casualidades, la gota que colmó el vaso fue que tras este descubrimiento y con una mezcla de indignación dramática decidí irme a airearme un poco para sacarmelo de la cabeza. ¿Cuántos millones de habitantes tiene Madrid? ¿Qué creen ustedes que fue lo primero que vi al salir a la calle? Pues al romance de J. Como lo leen. Allí estaba frente a mi en una presentación de una de las galerias de arte que rodean mi casa.
24 horas de autocompasión y drama y unos cojones como los del toro de Osborne para decidir que vuelvo a ser un gilipollas chulo y prepotente aunque le joda a los mayores cursis de la bloggosfera, que sienten la necesidad de librar al mundo de tales males. Dos sujetos son las primeras víctimas de este retorno a mi actitud vital más satisfactoria.
SUJETO 1
Moreno, 30 años, 172 cm, 65 kilos de pura fibra, no muy guapo pero simpático y chispeante, con un humor inteligente. Fallo: es una caricatura.
Quedé con él hace un par de semanas, buscaba un novio y por msn me pareció divertido y listo. Mi primera impresión fue pensar "éste tiene un polvo pero nada más, así que me tomo un par de cañas y me lo llevo a la cama". Y así fue, al salir del bar lo estrellé contra una pared en la calle y me lo comí. De ahí a mi habitación pasaron 15 minutos. Un buen polvo, un rato de charla y al cerrar la puerta tras él supe que no le quería volver a ver. Al día siguiente me dijo que no me veía como novio a lo que yo respondí con un silencioso suspiro de alivio. Sin embargo, hoy me ha hecho ciertas proposiciones que van encaminadas a ese fin porque decirle a alguien que no te quiere de follamigo porque le pareces interesante para algo más, ¿qué es si no?
SUJETO 2
Castaño, 28 años, 180 cm, 80 kilos. Un pasivo con aire de hetero, agradable y con conversación. Fallo: no me convence físicamente.
Lo conocí hace una año a través de un amigo. A mis oídos llegó que le gustaba en aquel momento pero las circunstancias impidieron el contacto. Recien llegado de Barcelona, el sábado por la noche, decidí que me apetecía salir y tiré de mi agenda de amigos que no estaban fuera de puente. Aquel que nos presentó estaba de marcha con este chico así que me fui a su encuentro. Sus miradas dejaban claro que quería llevarme al huerto y así debieron percibirlo los demás cuando hicieron mutis por el foro. 5 segundos de conversación y mi lengua ya estaba en su boca. Acabamos en su duplex follando sin parar durante dos horas. Al día siguiente apareció por mi msn y dos días después me propuso volver a quedar. Mi respuesta, un simple estoy cansado y no me apetece.
El amor se ha empeñado en llamar a mi puerta dos veces desde que estoy solo y, ambas dos, los resultados han sido más que decepcionantes, así que por ahora le van a dar por culo.

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31 marzo 2007

¿CASUALIDAD O DESTINO?

Hace algunos años, tenía yo una relación a distancia que se mantenía con mucho amor por mi parte. Fue en los comienzos del nuevo milenio cuando mis amigas Nuria, Isa y yo, influenciados por Jordi Labanda y Sex & The City, nos propusimos descubrir los sitos más glamourosos de la noche madrileña. Así llegamos a Goldfield, que en aquel momento tenía entre sus propietarios a Paz Vega. Durante un par de años nos convertimos en asiduos del local, por el que deambulaba lo más granado del mundillo artístico de la capital.
En una de esas noches inolvidables, estaba yo con Esther cuando desde la zona VIP, que por aquel entonces se encontraba en una especie de balcón, un chico nos llamó entre gritos y gestos. Nos invitó a una fiesta de cumpleaños con tarta, champagne y algún que otro actor de moda algo más que borracho. El muchacho en cuestión resultó ser el ayudante personal y jefe de prensa de un famosísimo director de cine y su intención al invitarnos no era otra que llevarme al huerto. Estuvimos hablando durante mucho tiempo y coqueteando durante algo menos, pero en aquella época yo era muy mojigato y tenía un novio, así que ni siquiera las luces de la farándula me hicieron sucumbir. Pasada aquella noche, lo volví a ver algunas veces, mi relación se fue al traste y me arrepentí de no haber pasado a mayores en aquel momento.
Casualidades de la vida, hace unos días lo vi por gaydar y le mandé un mensaje. Está bastante más delgado y atractivo. Como a tantos otros mi msn le acogió puesto que su curiosidad hacia mi era inevitable, él no me recordaba, ni si quiera aquellos hechos y su ego debió subir como la espuma cuando se lo conté. Mantuvimos una primera conversación en la que mostramos nuestras circunstancias actuales, él ahora tiene otra profesión mucho más intelectual e interesante, yo sigo en lo mismo que entonces, no sé qué habré hecho mal o qué no habré hecho. La conclusión que saqué de sus palabras fue que era un poco sobrado, uno de estos modernos de aire anoréxico que miran con ligero desdén a los que no sienten de su club. Una cordial despedida fue el broche con el que yo di por cerrado aquel capítulo.
Pero ayer, estaba yo agotado intentando no sucumbir al sueño tras un madrugón de los que hacen época y una resaca de mil demonios, cuando de repente me saludó. Tirando de la manta, entre coqueteos algo burdos, llegamos a la conclusión de que nuestras vidas tienen más conexiones de las que en un principio suponíamos y que la casualidad nos rodea de tal forma que empieza a confundirse con el destino. Mis ojos se abrieron de par en par cuando para mi sorpresa me pidió el teléfono y más aún cuando oí la horrible sintonía de Fama que tengo puesta en estos momentos. Al principio la voz me titubeo pero después saqué mis dotes profesionales. Mantuvimos una charla divertida, muy natural, como dos personas que se conocen de hace tiempo y que tienen la suficiente confianza como para hablar pisándose y picándose. Me invitó a ir con él a una discoteca esa noche pero yo recliné el ofrecimiento poniendo como excusa mi elevado cansancio. Después de haber pasado algunos minutos tras colgar el teléfono, me volvió a llamar con la excusa de que le buscara cierta información en internet, me volvió a invitar y yo volví a declinar la oferta. Le dije que me invitara a tomar café otro día y lo dio por hecho y tras una sonrisa telefónica colgamos de nuevo.
Realmente se me llevaban los demonios porque mi cabeza quería ir a esa discoteca, sobre todo después de enterarme que Isa iba a ir con mi ex (sí, aquel por el que el día que lo conocí no me enrrollé con él, lo que me supuso un ataque de celos de los que hacía mucho tiempo que no tenía), pero mi cuerpo se sentía completamente incapacitado... He de deciros que volví a tener noticias suyas esa noche, que al final no fue a la fiesta, que me dijo que si yo hubiese ido él también, que hoy hemos vuelto a hablar y que no sé qué pensará de esto, porque se empeña en tener cierto aire de estar un poco de vuelta de todo, pero yo me siento empujado hacia él desde aquel día en que le rechacé. Desde ayer, mantengo con él una curiosa ciberamistad que nunca se sabe en qué podrá terminar.

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08 marzo 2007

HISTORIA CON FINAL ( I parte)

Cuando M encontró a C
M estaba ya cansado de bucear en los perfiles de un portal de contactos gays sin encontrar nada que le pareciera mínimamente interesante. Estaba a punto de irse a lavar la ropa, cuando de repente vio algo que le llamó la atención, le pareció reconocer la cara de un muchacho, no sabía de qué, y como suponía que esa idea le iba a estar rondando por la cabeza todo el día, se decidió a mandarle un mensaje, un simple "muy guapo". M no tenía esperanzas de que le contestara, más que nada porque el chico en cuestión era demasiado mono, sus fotos estaban especialmente cuidadas. Tenía 23 años, moreno, de ojos verdes y boca carnosa y extraña, con un ligero color rosado en las mejillas que le hacía adoptar un falso aire inocente. Sin esperar nada, M cerró el ordenador y se dispuso a realizar tareas de la casa que últimamente tenía muy abandonada.

Cuando volvió en un par de horas, tenía dos mensajes, el segundo era del chico guapo e inesperado y decía "de eso se trata, no?". M, no entendió muy bien qué quería decir con eso, pero como estaba realmente emocionado con la simple respuesta y como aún no sabía de qué lo podía conocer, le mando su dirección de msn. Pasado un minuto, el muchacho le había agregado y le había abierto una ventana con un simple "hola". Se llamaba C.

M y C estuvieron hablando un par de horas. M se hacía el interesante y C el inofensivo. C, era estudiante de psicología y peluquero y se había comprado un loft en su pueblo que le daban en 4 meses. M miraba las fotos del muchacho incrédulo, seguía pensando que era demasiado guapo para él y empezó a tantearle para ver dónde lo había visto antes. La conclusión fue que aparecía en un par de spots de publicidad en televisión, lo que de una forma absurda aumentó su caché. C abrió la cam de M, vio su grano en la frente y le pareció adorable, le gustó aún más pero se tenía que ir, así que decidieron seguir hablando más adelante y planear un próxima cita.

A las 22:00 horas, ambos se conectaron de nuevo y siguieron charlando. Los papeles se tornaron, ahora C vacilaba son un gran desparpajo a M, que sacó a relucir una inocencia poco habitual en alguien de su edad y ahí fue cuando cayó rendido. Jugaron durante horas al gato y al ratón, hablaron de cosas serias e intrascendentes y alcanzada la madrugada C decidió irse a dormir. M no estaba por la labor de dejarle marchar, así que en un intento desesperado le dio su número de teléfono, y cual fue su sorpresa cuando C le respondió con el suyo y con una sugerencia de que le llamara.

M escuchó la voz de C, era dulce, joven, nervisosa, desconfiada y con algo de pluma. M, que hasta ese momento se había sentido indefenso, al escuchar a su interlocutor se creció y sacó su voz más engolada y profesional, con un ligero acento que lo hacía mucho más interesante. C cayó rendido y titubeaba, la conversación fue por derroteros de todo tipo, pero C continuamente esperaba que M sacara un tema y éste sabía que C estaba espectante y no lo sacó para que fuera el muchacho el que se lanzara, el sexo. C jugaba todo el rato a nadar y guardar la ropa y M, que era perro viejo, sabía que en el momento en que se pusiera a su disposición había perdido su oportunidad, así que fue fuerte y se mantuvo en su digna posición de hombre vivido. Tras darle muchas vueltas a la rotonda, C sugirió a M que fuera a verle en ese instante pero luego se arrepintió y pensó mejor quedaban la semana siguiente y se tomaban un café porque había algo entre ellos que una visita nocturna podía estropear. M le dijo que si fuera por él le veía en ese mismo momento, que tal y como funcionan las cosas, en una semana sin verse ni hablarse se habrían olvidado el uno al otro, así que cuando estaban a punto de despedirse, C no pudo evitar pedirle que fuera a verle. Todo era tan redondo, que M aceptó sin dudar, colgó el móvil después de dos horas de conversación, se vistió lo más rápido que pudo y cogió su coche en una noche lluviosa y fría.

C vivía a las afueras de Madrid, en una de estas ciudades dormitorio tristes y desangeladas, al lado de un enorme polígono comercial. Eran las 2 de la mañana, M conducía nervioso, fumando sin parar y como era torpe y no se ubicaba bien se perdió un par de veces por las calles de aquel lugar inhóspito. Cuando por fin encontró su destino, aparcó el coche y llamó por teléfono a C, que le indicó como llegar a su casa y le abrió el portal. M subió hasta el sexto piso en el ascensor mirándose al espejo inseguro.

C abrió la puerta de su piso a M y ambos se vieron...

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