Me he pasado una semana reflexionando y mira que a mi eso de pensar mucho no me gusta, me da pereza y exige un esfuerzo demasiado grande para los resultados que al final obtengo. Pero bueno, la reflexión sumada a algún acontecimiento que ha tenido lugar en estos días me ha llevado a una conclusión firme que voy a intentar afrontar y llevar a la práctica lo mejor que pueda, me voy a volver casto. Ahora es cuando vienen las carcajadas del lector, lo sé, ahora es cuando todos dirán "eso no te lo crees ni tú aunque te hayas bebido la fábrica de Mr. JB". Bueno, es algo difícil y más para alguien de personalidad impulsiva y desatada como la mía pero pienso llevarlo a cabo.
Este año la primavera, a diferencia de otros en que las hormonas revoloteaban dentro de mi cuerpo como si en una coctelera estuviesen hasta centrarse en mi polla de forma realmente agresiva, me está convirtiendo en un ser ñoño y cursi que parece estar poseído por el espíritu de Candy Candy, y mira que me propuse ser cínico y malote de nuevo, pero es que no hay manera, todo son sentimientos rosas que me hacen sentirme como una quinceañera con carpetas forradas de fotos de Rob Lowe.
Por un momento esta semana fui consciente de que el sexo por el sexo me aburría y me dejaba vacío, Y ESO A MI NUNCA ME HABÍA PASADO, así que he llegado a la conclusión de que debo frenar ese impulso que me hace tirarme a la boca de desconocidos y que a la mañana siguiente, cuando en mi soledad me miro al espejo, me hace sentirme como si nada hubiera pasado. Quiero algo bello, tranquilo, sereno, apasionado en su justa medida, la que hace que no sea algo dañino para mi salud mental. Así que una de dos, o contrato a un exorcita para que saque de mi a la pequeña y dulce Candy Candy o apenco con estas sensaciones de miel y rosas y tiro para delante con ansias de niña enamoradiza y como lo de ser un guarro es algo que ya conozco pues voy a probar con lo segundo, a ver qué pasa.
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