24 febrero 2006

¡VAYA MIERDA!



A partir de hoy voy a intentar escribir cositas más alegres. Ayer repasando el blog comprobé que tengo cierta tendencia a lo melodramático y, aunque resulta más atractivo a los ojos ajenos (siempre gusta más el lado oscuro que el lado de la fuerza), yo soy una persona feliz con poquísimos problemas, que le da la importancia justa a las cosas, consciente de que lo que hoy te jode mañana se olvida así que para qué amargarse la existencia.

Dicho esto, me voy a permitir la licencia de relatar uno de esos días grises en la vida de un muchacho optimista pero bien informado de mi calibre. Hay veces que el universo se conjura para intentar romper la alegría vital que se manifiesta normalmente en uno. Yo no creo en Dios, pero menos mal que me ha hecho como soy porque si no estaría ya camino del psicólogo.

Esta semana tengo turno de mañana:

5:50
Suena el despertado, despierto, salgo de la cama y me muero del frío, me ducho y me muero de frío, me visto, me tomo un café y me fumo un cigarro a toda hostia mientras que veo las noticias (o hago como que las veo), me lavo los dientes, agarro el móvil, me pongo el abrigo y salgo de casa.

6:25
Salgo a la calle y compruebo que está nevando. Sí, sí, muy bonito y todo lo que querais pero a esas horas y con ese puto frío a mi sólo se me ocurre cagarme en Blas, que no sé quién es pero siempre me cago en él, sobre todo cuando me subo al coche y agarro el volante, puro témpano de hielo. Arranco. Joder, cómo tarda en calentarse el puto coche.

7:00
Entro a trabajar, me quedan 8 horitas por delante.

9:12
Me fumo un cigarro y me pilla mi jefe, para dos veces que salgo en todo el puto día y siempre me tengo que cruzar con él.

10:28
Hablo por teléfono con el niño valenciano.

12:22
Me fumo otro cigarro

14:00
Comienza un directo, doy la cuenta atrás y entra sin problemas. Aprovecho para llamar al niño valenciano. Discutimos, me pongo de mala hostia y le cuelgo el teléfono.

14:42
Termina el directo, con la mala hostia por la discusión se me olvida hacer una cosa y cometo un error en emisión. Vaya mierda, a sólo 15 minutos de irme a casa. Llamo por teléfono al valenciano y no me lo coge. Escribo la incidencia.

14:50
Llamo por teléfono al valenciano y no me lo coge. Llega mi relevo, me comenta un problema más. Me piro.

15:00
Me voy a comer. Tengo un día de esos tontos y no me apetece hablar con nadie. Qué putada, en el ascensor coincido con un compañero que también va a comer, por educación le acompaño sin tener ninguna gana. Termino y salgo pitando. Necesito un cigarrillo. Qué puto frío, está nevando de nuevo.

15:20
Arranco y me dirijo a casa. Puto tráfico, está nevando y todo va más despacio que de costumbre. Llego a mi barrio y aparco.

16:00
Abro la puerta de mi casa. Joder, qué de ropa tengo que lavar. Me quito el abrigo y vuelvo a llamar al valenciano, ahora si que me lo coge. Tenemos una conversación de lo más desesperante. Me dice que no quiere hablar. Cuelgo y juro que no lo voy a llamar hasta que él se ponga en contacto conmigo. Eso no quiere decir que yo me haya quedado tan ancho, una persona como yo está en constante desahogo, así que llamo a Isa que me da unos sabios consejos. Isa debe de haber llamado a su hermana porque al rato veo en la pantalla de mi movil la carita de Esther. Decido que me voy a ir al cine. Estoy cagando cuando suena el timbre. Me limpio a toda prisa. Es un pintor búlgaro que se me mete en la casa para pintar no se qué cosas y que me abruma a base de preguntas que yo por su acento no entiendo, así que le digo a todo que sí.

17:35
Salgo de casa a toda prisa porque llego tarde al cine. Que puto frío, pero ya no nieva. Cuando llego a mi destino descubro que no ponen la película que esperaba ver, Truman, y el resto no me interesa, así que me recorro todos los cines del centro de Madrid a la búsqueda de una película a poder ser de miedo que me ayude a vaciar el cerebro y mi angustia. Qué ansioso soy, dios.

18:32
PISO UNA MIERDA DE PERRO. Cómo jode, jode tanto que alguien se inventó una vez que trae buena suerte. Eso es en lo segundo que pensé, lo primero fue ahora voy a ir oliendo a mierda por todos lados.

Pero resulta que por una vez parece que se cumplió el dicho. A partir de haber pisado la mierda la suerte y mi espiritu cambió, de repente me di cuenta de que no me merecía la pena estar tan gruñón, porque tampoco era para tanto. Me compré una tapadera de water bien bonita, el niño valenciano me llamó, nos reconciliamos y yo, que ya estaba tranquilito, me relajé aún más. Curiosidades de la vida, un día que me parece una caca se me empieza a arreglar cuando piso a la susodicha.
Si es que el que no está feliz es porque no ha pisado una mierda.

1 Comments:

Blogger MalditosTacones said...

Joder, qué grafico!

09:32  

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