LA VISITA DEL AMADO BORROSO

A penas quedan unas horas para que vuelva. No hace ni un mes que vi por primera vez sus tímidos y ávidos ojos debajo de esas gafas de pasta transparente que lo hacen convertirse en un Clark Kent valenciano. En ese momento, de desconcierto total, tuve una corazonada. Yo me fio mucho de mi intuición, los años me han demostrado que pocas veces se equivoca. Cuando rocé su piel por primera vez el corazón se me iba a salir del cuerpo, la sangre comenzó a circular a 2000 por hora y la voz me temblaba. Hacía muchos años que no tenía esa sensación. Lo quise desde el principio, como sólo se puede amar a alguien que no se conoce que para mí es la forma más apasionante de amar. Y nunca llegó la decepción. Mi amado borroso, borroso por lo poco definido de una personalidad que aún no conozco, lo que hace que todo sea más emocionante como buen curioso que soy, quiso avisarme de sus defectos supongo que por miedo a provocarme una decepción. Pero se produce en mi una sensación maravillosa que me ocurre con muy pocas personas, sus defectos lo perfeccionan, le hacen resultar encantador e imprevisible, delicioso.
No sé dónde acabará esto, sólo sé que dentro de unas horas se va a producir nuestro tercer encuentro y sólo sé que se me forma un nudo en la boca del estómago al pensarlo.
He querido escribir esto antes de que el martes lo leas en Valencia, para demostrarte que sé que todo va a salir bien, porque "te he encontrado" y cuando uno encuentra en esto del amor al que andaba buscando el círculo se cierra con la perfección de una obra de Leonardo.
Te quiero, Ricardo.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home