12 septiembre 2008

Paris, miércoles 3 de septiembre de 2008


Después de una mañana en la que me he sentido ajeno, extranjero, torpe, despistado, asustado. Después de un momento de no saber qué hacer, mis pies me han llevado desde Notre Dame a la Place de la Concorde. Tras observar la agresividad de las palomas parisinas y un capítulo protagonizado por unos turistas andaluces, de esos que hablan y se comportan igual estén donde estén, como si el mundo se hubiera fabricado para ellos, me he comprado un hot dog fromage y una coca cola light y me he sentado con las piernas estiradas en un banco de Le Jardin des Tuileries. Ante mi está el Obelisco de Luxor y a lo lejos la Tour Eiffel. Recuerdo que ya pisé este lugar cuando tenía 16 años y un tupé que éra la envidia de Brandon de Sensación de Vivir. De repente me asalta una sensación de tranquilidad, de familiaridad. Mientras fumo un cigarrillo y escribo estas cuatro tonterías para descansar del largo paseo y hacer tiempo, escucho a un guía turístico tremandamente excéntrico relatando no sé qué historia en inglés y me alegro de estar sentado solo, como casi siempre.
En este instante comprendo el sentimiento de esa pobre cartera americana que visita esta ciudad en "Paris, je t'aime", alegría y tristeza. Paris me quiere y yo la quiero a ella.

2 Comments:

Blogger Jose Antonio Vallejo Serrano said...

Volviste ya de París? Te traje un souvenir neoyorkino. Muacks!

13:01  
Anonymous Anónimo said...

¿Fuiste a misa?
París bien vale una.

23:38  

Publicar un comentario

<< Home