EL DÍA QUE MURIÓ MARILYN
Y entonces los miré a todos, observé sus renuncias, sus pequeños, miserables pecados, acurrucados bajo el último refugio de su moral ruin. Y supe, ya definitivamente, cómo envidiaba su hipocresía, su posibilidad de ser felices, esa tranquilidad de los canallas que yo nunca conoceré.Terenci Moix
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