LA CAFETERA

Hoy me tocaba limpiar la cocina más sucia de España y parte del extranjero, la mía. Se trataba de un compromiso firme, contraído conmigo mismo, que tomé la semana pasada en un arranque de "esto ya no aguanta más de mierda que tiene". Como condiciones se imponían cantidades ingentes de desengrasante, mucha paciencia, muchas horas y una mano fuerte para frotar con el estropajo como dios manda. Pues bien, todo se ha truncado porque cuando me he despertado, con los ojos llenitos de legañas, cual zombie en busca de su café, he recordado que ayer se me rompió la jarra de mi estupenda cafetera eléctrica Moulinex. Nervioso sin saber qué hacer, me he puesto a buscar como un loco por todos los estantes de la cocina, que debería estar limpiando, una solución alternativa. Un suspiro de alivio se escapa de mi boca al descubrir en un rincón una de esas cafeteras metálicas de toda la vida pero... ¡ESTABA ROTA! ¡¿Por qué, por qué, por qué tengo esa maldita manía de guardar cosas que no me sirven para nada?! ¡¿Y ahora qué hago yo, por diooossss!? No se me ha ocurrido otra cosa mejor que hacerme un Colacao, inocente de mi, creía que ese maldito sustitutivo aliviaría mis penas... ¡MENTIRA!

Después de dar vueltas como un loco por la casa he visto una alternativa clara, la limpieza de cocina podía esperar pero mi café no. Me he ido, con un calor de mil diablos, a recorrer los Todo a 1 euro de Madrid, que por cierto ahora sólo regentan chinos que no entienden lo que les pides, a buscar una jarra sustituta. Mi mala fortuna me seguía acompañando, jarras de agua, de zumo, para el microhondas pero para mi cafetera ninguna... ¡Qué desgraciadito soy por diooosss! Cuando ya no sabía que hacer, sudado como un pollo tras 45 minutos de búsqueda, he recordado que al lado de mi casa hay una ferretería en la que venden pequeños electrodomésticos... ¡Serás tonto, tenías la solucíon al alcance de la mano! Allí me he plantado y le he explicado a una dulce señorita mi desagradable problemática, ella muy servicial ha comenzado a sacarme todas las jarras que le han parecido convenientes, pero de repente surge un problema con el que yo no contaba ¿cómo es de grande mi cafetera? Ella ante mi desesperación, mi barba de mil días y los goterones de sudor a los shin chan que recorrían mi frente, me ha recomendado una y se ha comprometido conmigo a devolverme el dinero o a cambiarmela por otra si no me resultase válida .

Con mi bolsa en la mano, mas feliz que un regaliz, he llegado a casa y al probar la jarra ¡Oh, por diooosss, que no me vale! Pero ahora no voy a hacer el lelo y me voy a fijar en el tamaño, es más bien pequeña y necesita un montículo para lo del sistema antigoteo. Vuelta a la ferreteria otra vez, la muchacha dependienta al verme entrar me sonríe, me devuelve el dinero y me saca varias jarras más pero todas eran muy grandes y como yo estaba hasta los huevos y hacía ya una hora y media que me había despertado le he dicho "mira dame una cafetera de esas metálicas de tamaño medio y chim pún". Tras soltar 20 euritos de nada, he corrido como un poseso a casita, me he hecho un cafelito muy rico y mientras que me fumaba un piti pensaba, por un día más que la cocina esté sucia no pasa nada, ya la limpiaré mañana.