BLOGGERLAND O LA CENA DEL COMANDO MADRID

Tienen piernas y brazos, voz y ojos, mirada y gestos... Los bloggers existen, yo lo sé, los he visto.

Sábado, 29 de julio de 2006. Tras varios e-mails y algún sms la famosa cena para ver de una vez por todas las caras de los bloggers madrileños se hizo realidad. Estaba algo nervioso, de hecho hubo un momento mientras que iba a pie y sudando camino de Fuencarral con Gran Vía en que pensé en darme la vuelta pero era ese día o nunca, la curiosidad era mucha y superaba con creces a la posibilidad de decepción.

No llegué el primero, a lo lejos en mi paso reconocí a Paco, es bastante más alto de lo que pensaba y el susto de la primera impresión me hizo frenarme en seco y tener la necesidad de comunicarme con alguien conocido, así que llamé al Jinete a la vez que me encendía un cigarrillo. Tras intercambiar algunas palabras y su ánimo me acerqué a Paco que también hablaba por el móvil y le di dos besos. He de decir que me llevé una muy grata sorpresa con Paco, no sé si por la sangre cordobesa que a los dos nos corre por las venas, lo cierto es que me calló bien a golpe de vista, mi intución me dice que es una de esas personas a las que merece la pena conocer más. Sin tener tiempo de descanso aparecieron Eva Luna y EsE.

Eva es más menuda de como la esperaba y hablaba sin parar con un desparpajo nunca visto antes por este servidor. EsE correspondía a la conversación de Eva desde detrás de sus gafas y su estudiada indumentaria, me sorprendió su soltura tras su anunciada timidez y su forma dulce de hablar, te acompaña al oido, algo de agradecer para un gritón profesional como yo.

Tras un rato de charla aparecieron Perlimpina y su cuñada, una chica la mar de maja con algo más que un parecido a Marisa Jara, de pechos firmes y piernas interminables. Cuando uno recrea mentalmente la imagen de aquellos a los que sólo conoce por sus textos los vericuetos de la mente son imprevisibles. Perlimpina en mi imaginación era otra mujer y creo que fue la que mayor sorpresa de todos me dejón con el primer golpe de vista. Cuando la miras sólo puedes verle los ojos, azules azules azules pero poco a poco descubres una sonrisa con tendencia al suelo que parece esconder una disimulada timidez.

De repente me percaté de un pequeño detalle que había pasado por alto. Todos conocían personalmente al menos a otro de los que estaban allí menos yo. Eso me hizo agudizar mi tendencia al mutismo y la observación en los primeros momentos cuando me encuentro en grupos nuevos. Soy incapaz de hablar con soltura hasta que les he hecho la radiografía a cada uno de los integrantes. Me ayuda a saber el terreno por el que ando para meter la pata lo menos posible, algo a lo que tengo cierta tendencia desde la cuna.

Ya en Public, apareció Edublog con un amigo. Él si que es como lo había imaginado desde el principio. Tras un par de cervezas, una cena bastante decente, algún interrogatorio a cerca de triquiñuelas bloggeriles y algún cotilleo mi relax fue in crescendo, mi naturalidad se fue abriendo y poco a poco fui yo en un mar de conocidos desconocidos. A los postres apareció Curro, un amigo de Paco, de mi misma procedencia, que se había puesto las pilas empapándose los blogs de todos los presentes para no estar fuera de lugar, inteligente gesto el suyo.

Me lo pasé bien, bebí más de la cuenta y aluciné con las nuevas tecnologías que son capaces de movernos y acercarnos mucho más de lo que algunos agoreros profetizan. Personas normales en lugares normales con cierta tendencia al parloteo, que se pisaban las unas a las otras para hablar pero con una capacidad de empatía y de comunicación desbordante para ser unos desconocidos.

La noche terminó en Polana tras algunos minis en las calles de Chueca, la partida de Eva por motivos laborales-bailongos y el momento incendio del vaquero preferido de alguno. A las 5 decidí que era el momento de irse a dormir porque en unas horas me tenía que poner rumbo a Almeria conduciendo mi caballo azul polar y no era cuestión de pegarse la hostia antes de empezar las vacaciones. Si al final salí a la hora que prometí salir es otra historia.