HOY

Tanto disfruté la tarde primaveral de ayer que me fui demasiado tarde a la cama (demasiado tarde para mi es a las 2 de la madrugada). Esto quiere decir que cuando ha sonado el despertador a las 5:50 de la mañana me he cagado en ella, en la sangre alterada y en todas las florecillas emergentes del campo. A penas he dormido 3 horas y media y mi visión está aún alterada. Conducir por la M-30 en este estado no es de lo más recomendable. El café no me ha servido para nada. Me duele hasta el coxis. Cuando he entrado en mi sala de trabajo todo me daba vueltas. Las luces de los monitores parecían las cabinas de una noria incesante y mareante. Y la crudeza de saber que me quedaban 8 largas horas por delante de aguantar lo inaguantable en este estado me provoca más dolor de estómago que todo el tabaco y la coca-cola light del mundo. Sólo me consuela una cosa. Hoy termino el turno de mañana, no vuelvo a trabajar hasta el domingo por la noche. Me espera un precioso fin de semana en Valencia, quiero ver el mar, lo echo en falta. Y a partir de hoy disfrutaré de las primeras tardes cálidas del año sin sueño y sin tener que mirar el reloj porque la cama, con la que tengo esa gran relación de amor-odio, no me espera.